Lo que si se
impone hacer, es reflexionar sobre la diversidad de miradas hacia este tiempo
pasado. El maremágnum de mentiras, promesas incumplidas, retroacciones y
desmentidos de estos tiempos, que son todavía pasados, pero todavía no pretéritos,
y que no se nos olvide, ha tenido personajes como las leires, las bibianas y
los bermejos que se esfuerzan ahora en difuminarse para no llamar la atención, es
algo difícil de pasar, por muchas tragaderas ciudadanas que tenga uno. Al hablar
de tragaderas, me refiero, naturalmente, a lo de tragarse las bolas que nos
endilgan, no a las políticas, que consisten en comerse todo lo que les caiga
por sus cercanías.
Como todas las situaciones,
estos tiempos también tienen sus símbolos, esas imágenes o figuras que los representan
sin necesidad de muchas explicaciones. Podríamos tirar de hemerotecas, ya que
por muy domesticados que estén los media, a veces se les escapan detalles que retratan
al poder de forma más fehaciente y más realista que los mismos artículos de opinión
o reportajes que siempre han tendido a ser más “amables”.
Pero no, para mí,
el destrozo a la imagen del país, lo que más demuestra la caída en picado de la
economía española y la entrega de todas las empresas, grandes, mediana y pequeñas,
se puede resumir en la foto primera que pongo y que tomé ayer mismo.
Antes de que este lumbreras de la política y la economía se
dedicara a dirigirnos y tutelarnos, la empresa que a nivel de ciudadano y calle
era el paradigma de potencia, efectividad y poderío empresarial, era el grupo
del Corte Inglés, con sus satélites comerciales, de los que uno muy respetado era
Hipercor. Pues bien, tras el paso de esta apisonadora de empresas que se
despidió ayer del Parlamento, hasta esta macro empresa está haciendo
equilibrios. Uno de estos ejercicios de malabarismo de supervivencia está en la
foto.
Es de una esquina de la prolongación de la Alameda, a pie
de calle, donde antes había un Hipercor, y ahora hay… un chino. Vaya por delante
que no tengo nada en contra de los chinos, ni como raza, especie o empresarios,
es más, como todos, soy cliente habitual, pero que un chino haya tumbado al
otrora gigante en continua expansión, es para mí, uno de los mayores símbolos
de estos desharrapados tiempos. Que cada cual saque sus conclusiones, pero las mías personales son que si a este lo
dejamos un par de meses más, acabaría por ejemplo con el problema de la segunda
torre de la Catedral; la comprarían también los chinos y chimpúm.
La otra imagen también es de hace un rato. Es de la (por
ahora) última manifa que acaba de pasar por mi plaza. Ya, para montar una de
estas, no hace falta ni gente. Esta de ahora, será para ahorrar, no tiene ni
bastante gente para llevar las pancartas y el líder que va de cruz guía, tiene
que llevar la pancarta él sólo, dar las consignas y vociferar para animar al público.
Mirándolo con sentido macro empresarial, el Gran Timonel ha conseguido eso que
las grandes compañías querían desde siempre; la multifuncionalidad. Algo es
algo.
Hasta mañana.
Pepeprado
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