Pues sí, ya ha llegado el último día del
año, y naturalmente, hay que echar un vistazo a él y que cada cual saque sus
propias conclusiones sobre si le ha ido mal o bien. Aconsejo no hacer ningún
caso a los resúmenes que hacen los medios de comunicación, porque todos,
absolutamente todos, son interesados y quieren demostrar lo que les han pedido
que demuestren.
Hoy, el año termina con lo habitual, los escándalos
de cada día, por eso, enterarnos que los ex directivos de Bankia, además de sus
tarjetas negrísimas se ponían sobresueldos de lujo, o que doña Susana le sigue
dando subvenciones millonarias a Almonte, a pesar de haberlos denunciado por
haberse fumado otras subvenciones, ya, ni nos sorprenden.
De todo, lo último es la que ha liando el
señor Montoro con su “peculiar” reparto de regalos. De todo lo oído y escuchado,
me quedo, para estar de acuerdo, con las quejas de don Juan Herrera, el presi
de Castilla León, que se ha quejado amargamente, que el Ministro Inexorable, se
ha dedicado a darle coba y dinero a las comunidades que no han cumplido y les
ha apretado las tuercas a las que se esforzaron. Este sistema de premiar a los
malos, es algo natural y consustancial en este país. A título anecdótico ya lo
hicieron cuando reconvirtieron a los equipos de fútbol y premiaron a los que
más deudas tenían, así que las decisiones montorinas pueden ser impresentables,
injustas, e incluso deshonestas, pero lo que no son es, ser sorprendentes.
Aquí, no hay nada nuevo bajo el sol, y lo de pagar el pato por hacerlo bien,
está en la costumbre política nacional.
Por eso, dejemos estas inmoralidades y
vamos a las cosas serias.
Estos días, una de las cosas importantísimas
a la que le han dedicado mentes privilegiadas, ha sido encontrar lo que llaman
las palabras del año, las que han aparecido y han triunfado.
Por lo visto, la más plus, ha sido selfie,
la nueva gilitontéz mundial de moda. Sin embargo, también cómo es tradicional,
nadie se ha preocupado por buscar las palabras que han desaparecido, y, una de
estas, entrañable y muy de nuestras navidades de toda la vida, era… aguinaldo,
que ya no se oye ni por casualidad.
Aquella costumbre del pequeño óbolo a los
que nos rodeaban y que intentaban hacernos la vida algo más agradable, se ha
perdido. Ahora todo está en las listas de los grandes almacenes, en Amazon o en
el Caralibro. Todo lo que no sea institucional ha desaparecido. El aguinaldo
que no era una propina, sino una forma de demostrar que se recordaba a alguien
y se apreciaba su labor, obligaba también a los aspirantes a hacer sus tarjetillas
de felicitación.
Toda esto ha desaparecido, como también está
desapareciendo otra palabra antes mágica; cristmas, así escrito.
Equivalente a tarjeta de felicitación, a
recuerdo personalizado. Esta se la ha cargado el email en principio y la ha apuntillado
el güasap. Ya casi nadie manda una felicitación de papel con las felicidades escritas
a tinta o a bolígrafo, todo son bips y bits.
Por eso, las reivindico, porque son
palabras que han desaparecido llevándose unas buenas intenciones con ellas, y nos
han dejado eso… los selfis, que son lo que siempre se han llamado autorretratos,
pero en cursi y para colgarlos a que los vea todo el mundo y después los puedan
criticar.
Lo dejo, me quedo con mis recuerdos.
Hasta el viernes, ya el año que viene y que
paséis una feliz Nochevieja en familia o con amigos; eso es lo importante.
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