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viernes, 20 de agosto de 2010

La mitad

Ya estamos en la mitad (pasadilla) de la Feria. Esta sigue cómo sigue. En el centro el “ambiente” que ya se ha hecho tradicional, con pocas familias y mucho jovenzuelo desparramado. Con todo el que hablo, siempre que no sea de los oficialistas, dice lo mismo; “esto ya no es la Feria de Málaga, esto es otra… cosa bastante peor”. La semana que viene cuando los periodistas fieles le pongan la cebolleta en la cara a los políticos, politiquillos y asimilados, la cosa variará, todo habrá sido color de rosa y todo un éxito. ¡Posh güeno!
Yo estuve acompañado por mi amigo Diego y familia, tomando unas cervezas en la caseta del Centro Histórico, y allí estaban los peloteros del nuevo Málaga, quizás celebrando que habían perdido el día anterior con el Granada. Nos fuimos prontito para ir tranquilamente a los toros.
La tarde de ayer fue otro clavo en el ataúd de la Feria taurina. No tiene nombre, o mejor, sí, lo tiene, Francisco Rivera (no me gusta poner su segundo apellido porque lo desmerece) el asunto de los toros y las ganaderías. El torero del Hola, que ahora para seguir en la pomada usa otro nombre honrado del toreo, Paquirri, es el responsable de la elección (que no selección) de los ¿toros? de esta feria. Y se ha lucido. Todos mansurrones, faltos de fuerza y demostrando que son los sobrantes de diversas ganaderías, que los han colocado aquí, eso sí, a precio de saldo. Cómo la cosa ya está clara para los aficionados, el mediático, ayer volvió a rozar la excelencia. Cómo sabía que le iban (íbamos) a dar el cante al hacer el paseíllo, hizo lo que hacen los valientes, esconderse tras un certificado médico. Alega una tendinitis de la que ayer ya se sabía que iba a estar curado por la noche, para hoy torear en San Sebastián, que es una plaza que le gusta más. Mejor dejar al personaje, no se merece ni unas líneas más.
La corrida empezó de una forma que se ha hecho trágicamente tradicional en esta feria, con la cogida de un peón en el primer toro. Después, el Cid, sustituto del Ausente, poco pudo hacer. Su primero, horroroso, y su segundo que apuntaba algunas leves maneras, se escachiforció una pezuña y la cosa se puso imposible. Si ampliáis la foto, veréis el trozo de pezuña en el suelo en medio de la plaza.
El Fandi, como siempre, arte, honradez y sobre todo, poderío. Muy por encima de sus enemigos, lo tuvo que hacer todo pero poco se podía sacar. Una foto de sus banderillas donde se ve ese poderío.
El tercero, Daniel Luque, lo mismo, sin toro es difícil torear, y sacó lo que había de lo que le echaron. Una foto de una de las múltiples caídas del toro ante la impotencia del artista.
Veremos a ver que nos depara esta tarde. Sería mejor echar conejos a la plaza, darían más juego.
Lo dejo, quiero ir a la playa a tomar el sol sin agobios.
Hasta mañana.
Pepeprado

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