Naturalmente se está vendiendo más que unos días “normales”, pero bastante menos que unos días de feria “tradicionales”. Esta es una de las verdades del barquero, aunque después vengan los mini líderes locales a contarnos que todo ha sido un éxito y que se han atado los perros con longanizas. Está bien, cada cual a lo suyo. Unos, los currantes de a pie, a pasarlas canutas porque no les salen las cuentas, y otros, los del relumbrón, a sacar pecho y pregonar lo bien que nos va. Naturalmente la tercera vía, los pocos que decimos lo que pensamos, seremos tachados de catastrofistas, de retrógrados, etc… Repito, lo normal, aquello de matar al mensajero.
Tras esta reflexión, vuelvo a “mi” feria.
Ayer mañana día de tranquilidad y enclaustramiento. No salí, en casita y sin calores.
Por la tarde a los toros. Allí, lleno total y casi lleno forero con Don Villi en plan intendente general y la despensa a cuestas y la reincorporación de Manolo Gatell y Jorgito, este ya “repudiado” por la policía. Artísticamente, la cosa estuvo prácticamente como se esperaba. Al principio, en un toro, por cierto devuelto a los corrales por cojo, un percance de un peón de Ponce, que se cayó delante del toro y este lo cogió. Me dicen que está grave. Una pena. Suerte.
Ponce, en su línea. Este tío es capaz de torear lo mismo a un miura que a un conejo. Lo torea todo. En su segundo, al que nadie le había visto nada y que parecía un mansurrón sin futuro, le sacó una faena y sólo le faltó llevarse el toro a su casa como mascota. Un mérito, sí señor.
Morante, también a lo suyo. Parece que la conjunción lunar y el alineamiento de planetas no era el apropiado y claro, en estas condiciones, los “artistas” no torean.
Manzanares, valiente, tras ser cogido, afortunadamente sin consecuencias de importancia (pongo foto), se repuso y a este toro y a su segundo los toreó con arte y temple, con dos orejas en uno de ellos para la estadística y puerta grande para los periódicos.
Lo anecdótico, ya tradicional porque este año parece que todos los días tienen que pasar algo, es la falta de puntería de los mulilleros, que por dos veces fallaron con la puerta de salida. En una de ellas se quedaron atrancados y tuvieron que soltar los atalajes y dejar el toro abandonado para poder organizarse. La verdad es que no lo entiendo, se les supone costumbre y habilidad, pero…
En fin, entretenida y alegre. A ver qué pasa hoy, que irán mis hijos Álvaro y Anita. Espero que tengan suerte, porque los toros si salen bien, son un espectáculo maravilloso, pero si salen shungos, es el más desastroso del mundo; los asientos son estrechos, las rodillas del de atrás se te clavan en la espalda, las tuyas se las tienes que incrustar al de delante o abrirte de patas para encontrar un hueco entre dos, el asiento es además duro… Una alegría.
Bueno, fotos y lo dejo. Hasta mañana.
Pepeprado
No hay comentarios:
Publicar un comentario