Otro día, otro madrugón y otra batalla contra el tiempo. Tras el desayuno, la carrera contrarreloj para llegar a Belén.
Allí, al ir a la Basílica de la Natividad , lo primero que llama la atención es la puerta de entrada, hecha para bajitos reconocidos y por la que, para entrar, hay que doblar la cintura en plan gimnasta.
Dentro, una basílica completamente romana, de cinco naves y con techado plano de madera, cómo está mandado y unas series de columnas bellísimas, pero guarras a reventar. Tanto que las pinturas bizantinas que las adornan son dificiles de ver, de hecho, se ven mejor en las fotos que en al natural.
Nos han dicho que no se restauran porque las distintas iglesias, judía, católica y ortodoxa no se ponen de acuerdo, pero que ahora la Autoridad Palestina lo va a hacer. A ver si es verdad.
Después de esto, hemos ido pasando por lugares bíblicos, que lo son porque te lo cuentan así, porque todo o casi todo está reconstruido, a veces con poca fortuna, en el siglo pasado.
Nos han llevado al sitio donde les dieron el notición a los pastores, y me imagino que estos llamaron a un notario para que certificara que la cueva que nos han enseñado es la buena. Me mosquea un pelin que el techo de la cueva esté "retocado" con escayola y cemento pintado. En fin, todo sea por el turismo.
Tras otra comida de las que me dejan fatal, basada en pollo y verduras (¡ay mi lomo y mí jamón!, y tras recibir la llamada de mis amigos Paco y Ramón que me alegraron el postre, otra vez a ver cosas.
Una dicen que es donde nació Juan el Bautista; posh bueno, por qué no. Lo mismo pudo nacer aquí que en cualquier otro lado.
Al final, una visita, ya en la ciudad, al museo del Libro, es decir, de la Biblia , donde hay una maqueta a gran tamaño del Jerusalén del siglo IV o V (a estas alturas ya ni me entero de los siglos).
Ahora, a la lucha para colgar esto.
Hasta mañana.
Pepeprado
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