Lo dicho, ya es por la tarde y ahora tengo tiempo y las ideas más claras para colgar estas últimas fotos del viaje. Ya mañana intentaré enterarme de cosas que pasen por aquí por esta tierra, pero todavía no he querido amargarme con las cosas de nuestros políticos y nuestros artistas.
Estas últimas fotos ya tienen una cierta connotación nostálgica, porque al escribir esto, ya estamos de vuelta… pero cada uno en su casa y la convivencia diaria con la Jefa y los mayores ya es más lejana, y para acentuarlo más, Javier se quedó allí. Está a gusto, y es lo que le quiere hacer, pero… no debo pensar más en ello, es la vida.
Las fotos. En la primera, la nieta siempre como un satélite cercano con su abuela, que en ese momento estaba escribiendo a Beatriz, a la que hemos echado mucho en falta, ya en la mañana de nuestra salida.
Como mis hermanos foreros querían que montara procesiones en la isla, empecé por esta de pajaritos que se colocaron en fila así, esperando que algún Ramón o algún Villi les reparta las velas.
Llegados a la isla grande, para salir, nos dimos un paseo y visitamos el otro hotel de Hilton, que es de dulce. Antes al pasar vimos esta playa a la que no me resistí a tirarle incluso con el coche en marcha.
El piscinón es del hotel, está en alto y el agua se derrama por el borde buscando las aguas del Índico; una pasada.
La puesta del sol es, desde allí, espectacular, con la particularidad de que es muy, muy corta. Cuando el sol se acuesta lo hace rápidamente, pero antes deja imágenes de verdadero impacto, de las que me he guardado unas cuantas.
Pongo también dos fotos, una del aeropuerto de Mahé, que es curiosísimo, ya que los mostradores de facturación están directamente en la calle. Hay solo un techo tipo nave comercial, pero sin paredes y con los coches parando enfrente de las colas de pasajeros. Para contrastar la humildad de esas instalaciones, el aeropuerto de Dubái, donde todo es lujo y alta tecnología. Son imágenes de dos mundos muy distintos y a la vez muy cercanos.
Para terminar, Clarita en la cunita que le montan en Emirate Airlines a los peques, y como fácilmente se ve, totalmente en forma, incansable y dispuesta a viajar lo que le echen, (aunque al final las compañías aéreas le pierdan su sillita). Ya aparecerá.
Con esto, se acaban las crónicas viajeras de este verano, mañana ya seré otra vez urbanita practicante y como tal lo contaré.
Ha sido un viaje impactante, importante y emocionante. Además he tenido la mejor compañía que podía tener, la de la familia. No se puede pedir más.
Hasta mañana.
Pepeprado
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