Ayer falté,
pero hay una explicación: me fui a hacer un sondeo de mercado. Dicho así suena
fenomenal, pero en realidad eso es irse a echar un vistazo para sacar ideas
para los regalos que tengo que hacer, que son pocos pero que cada vez me cuestan
más trabajo.
El consumismo
actual, del que por cierto tuve constancia ayer al ver a señoras que se
aferraban a cosas que después no compraban pero que asían con las dos manos
para que nadie les interfiriera, me dejó algo planchado. Me planchó porque fue otra
muestra más de que yo ya no estoy para estos trotes.
Antes, con imaginación
y un par de vueltas sacaba ideas para regalar a toda la familia. Hoy en este
mundo ultramoderno, me encuentro con que más de la mitad de esas “maravillosas
novedades, sin las que es imposible vivir, no tengo ni idea de para qué sirven.
La parte del hogar, más específicamente la cocina, está llena de artefactos estupendos
que luego usas dos veces al año en el mejor de los casos y que los otros 362 días
no sabes dónde poner. Los hay para todo, pero haría falta la cocina de un
cuartel sólo para almacenarlos, y al final con dos sartenes y una olla, tiras
todo el año sin problemas.
De la parte de tecnología
para qué hablar. Lo de comprar algo de eso de la última generación, es
impensable. Aunque tengo mis asesores personales para el tema, en las personas
de sobrinos, hijos y yerno, las informaciones que me suministran se muestran
insuficientes cuando te enfrentas a un departamento lleno de cacharros electrónicos
y de ingenios para ingenieros de andar por casa. La telefonía también es para echarle
de comer aparte, aquí hasta mi Clarita con 16 meses le entra al móvil con más valentía
que yo. Aclaro que en esto de los dispositivos de última generación, llevo ya
un tramo adelantado; ya he decidido que no quiero saber el porqué de las cosas
que hacen los trastos estos.
Aunque soy de
una generación en la que privaba la curiosidad y siempre queríamos saber el porqué,
lo que nos hacia destripar todos los artilugios que caían en nuestras manos, ya
me he convencido de que sí el teléfono te ha borrado algunos números de su
memoria, será porque esa era gente antipática para él, pero no pregunto nada,
los vuelvo a escribir y punto. Por cierto que ahí viene la segunda cuestión,
cuando le dices al zapatófono que añada a alguien, siempre te incordia
preguntando cosas (¿en Google, en la memoria, en la nube, donde leches, etc.…?)
con lo cual el mosqueo es doble.
Todo esto es
consumismo puro y duro y más del 90 por ciento de las máquinas que nos
encalomamos a cuestas, te ayudan hasta un cierto punto, pero pasado ese límite
te ponen a cavilar.
Resultado de mi
paseo de ayer; nulo. No tengo ni pajolera idea de qué voy a hacer y se me acaba
el tiempo. Menos mal, que al menos, yo sigo siendo fiel a los Reyes Magos y
esos me dejan un margen hasta el día 6.
Me voy, me he enterado que van a investigar al Súper Yerno
y al Ministro Gasolinero. Mira que bien. Que los investiguen a fondo y si son
culpables y les meten talego forever, empezaré a creer que este país tienen
arreglo, cosa que ahora mismo dudo un montón.
Hasta mañana.
Pepeprado
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