Ayer una compañera me envió un nuevo “palabro”, de esos que me encantan; el veroño. Aunque suene a barbaridad, sólo define a esta nueva estación que estamos viviendo, un otoño con pinta de verano. No sólo verano, verano caluroso de narices, ayer, hasta con su miajita de terral. Nos tiene contentos.
Cómo es viernes, los periódicos se preparan
para el finde y salen pocas cosas que se
puedan llamar novedosas.
En el asunto ébola, por un lado nos
enteramos que también en Nueva York hay un caso, el de un médico cooperante. En
nuestra tierra, sólo que doña Teresa, está tan bien, que ya piensa en empapelar
a todo el que se le ponga por delante.
Los asuntos pujolines siguen su marcha,
cómo es natural, el Olegario ya está en la calle, aunque antes ha aportado una
novedad; el botón mágico.
Por lo visto, eso que nos aterra a todos,
que se nos borre todo lo que tenemos en el ordenata, fotos, recortes de periódicos,
chorradas y factores telemáticas, este personaje lo tenía previsto como panacea.
En realidad, esto es, en sí mismo, una declaración de culpabilidad, porque
cualquier persona honrada no creo que tenga inconveniente en que la policía hurgue
en su ordenador. En mi caso, a lo mejor me encontraban archivos que no tengo
narices de encontrar, aunque sé que los guardé. En fin, que los honrados
debemos alejarnos de botones mágicos.
Ha salido un juez, el señor Gómez
Bermúdez, que ha dicho lo siguiente; “Hoy
día cualquiera puede cometer un delito por blanqueo”. Vale, pero para eso
es indispensable tener algo que blanquear. En Valencia, las de su Generalitat,
en vez de blanquear, directamente se lo comen, con mariscadas y solomillos a la
carta, pedidos para comer en casa, a resguardo de miradas indiscretas. Bueno,
cuando lo dice el señor juez, es que está dando carta de naturaleza a lo que
todos sabemos; que el Código Penal está estudiado sólo para tontos honrados que
se equivocan una vez en algo.
Por supuesto,
Blesa no ha puesto ni un duro sobre la
mesa, normal. Aunque se sabe que en los últimos meses ha estado vendiendo
posesiones y haciendo desaparecer la pasta.
Pero la cosa judicial es
tan curiosa cómo que nos enteremos que a los que tienen que entrar al, trullo por
llevarse la pasta, les dan a elegir cárcel a su gusto, (el hermano de la esposa
legal del alcalde ilegal, ya ha entrado en una a su elección), o que la
flamenca ha decidido dar sólo el 9% de su multa y piensa pagarla en cómodos
plazos. Vamos, algo así como pagar la lavadora o el frigorífico. De locos. De
verdad, somos diferentes.
De Málaga, nada. Sólo la guerra por hacerse
una organización a medida de empresarios
de hostelería. Cada cual quiere tener una, algo así como la fiebre por las
muñecas de Famosa.
Con esto, lo dejo. Es viernes, me voy a ver
a mis nietas, así serán ellas mi foco de atención, es más sano.
Hasta mañana
Pepeprado
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