Poco
a poco vuelvo a la normalidad. Significa que me entero que aquí no ha pasado
nada. Qué, cómo siempre, en lo de la manifa de Barcelona, cada cual vio sólo lo
que quería ver; que ha salido la última gilitontez del país, RENFE, le exige
a los que quieran ser sus camareros, qué, “además
de castellano e inglés, manejar con soltura catalán, gallego y euskera”, (el
bable y el silbo gomero están en estudio), y, que para no variar Málaga sigue a
lo suyo a tener líos sin liarlos. Leo que por fin hay una señora juez que está investigando
lo del Puerto. Me parece muy bien, había que haberlo hecho bastante antes, y
esperemos que no pase cómo con los malayos que en otro de sus juicios, han
sacado penas ridículas por los daños causados, “Julián Muñoz, un año de prisión y diez de inhabilitación; Marisol
Yagüe e Isabel García Marcos tendrán que pagar doce meses de multa con una
cuota diaria de diez euros y diez años de inhabilitación”.
Con este tipo de
condenas, sale barato meter la mano en la caja.
Y
doña Adelaida, qué; “pide a la Junta que
priorice el pago a la UMA por su «buena gestión»”. Mejor sería decir, “por
su fidelidad a la causa, y su continuo ataque a la autoridad central y
respetuoso silencio hacia la racanería de la Junta”. Hay que ganarse el puesto.
En
fin, hasta me he enterado que doña Paulina Rubio se ha metido a diseñadora. Es
curioso esto del diseño, cualquier fulanito o fulanita que hace algo poco
productivo, cuando está ganando un pastón por ello, encima se mete a diseñador/a.
Entonces ¿para qué sirven los estudios, los posgrados y las leches en vinagre? En
esta sociedad para ser diseñador/a solo hace falta tener una jeta apropiada y
ser o bien hija de algún papá sonado, o cantante, o jugadora de petanca. Parece
que esos meritos para el diseño, les vienen por ciencia infusa. Lo peor es que radios,
televisiones y periódicos varios, les hacen la ola y se despiporran ante sus
“creaciones”. Creaciones que por otra parte no sé cuando les da tiempo a
fabricar, entre tanto fotocol y tanta
fiesta sandunguera. Yo, por si acaso, no compré, compro ni compraré nada
diseñado o anunciado por ninguna de estas estrellas fugaces, así que aunque
Cristiano Ronaldo predique la vacuna contra la caída de la tableta de
chocolate, yo seguiré apegado a mi saquito de cacao.
Del
viaje, algunas fotos (acogida de unos indios ateridos, un rincón del mundo,
floresta de colores, y banderas al viento), y algunas reflexiones. La primera, que
en yanquilandia no se jubila ni el tato. En todas partes, cantidad de empleados
y empleadas de edad avanzada currando, tuve incluso un mini encontronazo con un
aduanero que decía que mi petaca de gin era demasiado liquido para subir al
avión, y ¿cómo iba a discutir con él, si el hombre hasta tenía párkinson y
estaba al píe del cañón? Un respeto a la vejez.
Lo
que si es para embobarse es con Canadá, allí la tranquilidad, la seguridad y la
urbanidad es la norma. Quebec es una delicia, sólo pasearse por ella ya es un
encanto, las tiendas son una monería, y toda la ciudad limpia cómo una patena. Como
sufridor habitual de los pisos ciudadanos de Málaga, ver que allí los
empedrados, enlosados y asfaltados tienen pinta de ser muy viejos pero están en
perfecto estado y tus tobillos no se resienten, me hizo emocionarme. Y en ambas
naciones, Canadá y Usa, una norma común; las ganas de agradar. Todos intentan
hablar español en el momento que te calan, y hay mucha más gente que habla un castellano
perfecto que en otros lugares más próximos.
Para
no cansar, mañana seguiré con estos recuerdos.
Hasta
mañana
Pepeprado
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