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martes, 15 de octubre de 2013

La normalidad

Poco a poco vuelvo a la normalidad. Significa que me entero que aquí no ha pasado nada. Qué, cómo siempre, en lo de la manifa de Barcelona, cada cual vio sólo lo que quería ver; que ha salido la última gilitontez del país, RENFE, le exige a los que quieran ser sus camareros, qué, “además de castellano e inglés, manejar con soltura catalán, gallego y euskera”, (el bable y el silbo gomero están en estudio), y, que para no variar Málaga sigue a lo suyo a tener líos sin liarlos. Leo que por fin hay una señora juez que está investigando lo del Puerto. Me parece muy bien, había que haberlo hecho bastante antes, y esperemos que no pase cómo con los malayos que en otro de sus juicios, han sacado penas ridículas por los daños causados, “Julián Muñoz, un año de prisión y diez de inhabilitación; Marisol Yagüe e Isabel García Marcos tendrán que pagar doce meses de multa con una cuota diaria de diez euros y diez años de inhabilitación”. 

Con este tipo de condenas, sale barato meter la mano en la caja.

Y doña Adelaida, qué; “pide a la Junta que priorice el pago a la UMA por su «buena gestión»”. Mejor sería decir, “por su fidelidad a la causa, y su continuo ataque a la autoridad central y respetuoso silencio hacia la racanería de la Junta”. Hay que ganarse el puesto.

En fin, hasta me he enterado que doña Paulina Rubio se ha metido a diseñadora. Es curioso esto del diseño, cualquier fulanito o fulanita que hace algo poco productivo, cuando está ganando un pastón por ello, encima se mete a diseñador/a. Entonces ¿para qué sirven los estudios, los posgrados y las leches en vinagre? En esta sociedad para ser diseñador/a solo hace falta tener una jeta apropiada y ser o bien hija de algún papá sonado, o cantante, o jugadora de petanca. Parece que esos meritos para el diseño, les vienen por ciencia infusa. Lo peor es que radios, televisiones y periódicos varios, les hacen la ola y se despiporran ante sus “creaciones”. Creaciones que por otra parte no sé cuando les da tiempo a fabricar, entre tanto fotocol  y tanta fiesta sandunguera. Yo, por si acaso, no compré, compro ni compraré nada diseñado o anunciado por ninguna de estas estrellas fugaces, así que aunque Cristiano Ronaldo predique la vacuna contra la caída de la tableta de chocolate, yo seguiré apegado a mi saquito de cacao.

Del viaje, algunas fotos (acogida de unos indios ateridos, un rincón del mundo, floresta de colores, y banderas al viento), y algunas reflexiones. La primera, que en yanquilandia no se jubila ni el tato. En todas partes, cantidad de empleados y empleadas de edad avanzada currando, tuve incluso un mini encontronazo con un aduanero que decía que mi petaca de gin era demasiado liquido para subir al avión, y ¿cómo iba a discutir con él, si el hombre hasta tenía párkinson y estaba al píe del cañón? Un respeto a la vejez.

Lo que si es para embobarse es con Canadá, allí la tranquilidad, la seguridad y la urbanidad es la norma. Quebec es una delicia, sólo pasearse por ella ya es un encanto, las tiendas son una monería, y toda la ciudad limpia cómo una patena. Como sufridor habitual de los pisos ciudadanos de Málaga, ver que allí los empedrados, enlosados y asfaltados tienen pinta de ser muy viejos pero están en perfecto estado y tus tobillos no se resienten, me hizo emocionarme. Y en ambas naciones, Canadá y Usa, una norma común; las ganas de agradar. Todos intentan hablar español en el momento que te calan, y hay mucha más gente que habla un castellano perfecto que en otros lugares más próximos.
Para no cansar, mañana seguiré con estos recuerdos.
Hasta mañana
Pepeprado

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