Suena a chiste triste; el Concordia se ha ido a pique y la concordia
entre los humanos va por el mismo camino. El barco de pasajeros que ha
embarrancado en Italia se está diciendo lo ha hecho por una gilitontada del capitán,
que por otra parte se ha cubierto de gloria con la forma de manejar el siniestro.
El naval talegazo ha sido producto de una arriesgada maniobra para lucirse ante
unos amiguetes, despreciando a pasajeros y currantes que iban bajo su mando. No
es que esto de que la cara sea el espejo del alma, pero las más de las veces,
la cosa es bastante aproximada y la faz del patrón este, es la de un friki algo
chulesco y con pinta poligonera, que la verdad, no da mucha confianza en sus
aptitudes.
Aparte del naufragio, del que se seguirá hablando mucho tiempo y que ha
ayudado a difuminar otro accidente naval en el Estrecho, donde un barco
embistió a otro, hoy de lo que más hablan los media es de la muerte del señor Fraga.
Yo nunca lo voté, simplemente, porque daba muchas voces y yo al que da gritos
lo archivo mentalmente, pero le reconozco grandes méritos, entre ellos, uno que
en estos tiempos suena a rara avis; la honradez. Con una de las carreras políticas
más dilatadas de nuestra historia, es llamativa la falta de escándalos financieros
de este don Manuel, que solo coincide con otros manueles en eso del nombre, no
de su “talante financiero”. Que yo sepa, la familia y allegados del gallego no
han salido en los papeles por meter mano a la caja, por enchufarse a destajo, o
por cualquiera de las otras actividades ahora tan visibles y tan usadas. Aunque
nada más fuera por esta virtud de la honradez, el señor Fraga se merece
nuestros respetos. Descanse en paz, don Manuel.
Los que sí han puesto al tajo ya, sin más dilación, son los artistas y peloteros. Todavía no ha
terminado de pasar el ecuador de este primer mes y ya se han administrado botas
de oro, globos, y nominaciones a go gó.
En lo nacional, ya se están repartiendo los goyas de este año, y dándose
unas pocas de cuchipandas a cuenta del evento. Todavía nadie ha explicado por
ejemplo, cómo es posible que la película maravillosa del año pasado, esa del
Pan Fúnebre, a la que dieron todos los premios del mundo a pesar de que nadie había
ido a verla, aun después de haberle dado el lustre de los premios, siguió sin
vender un pimiento en las taquillas. Es quizás la mejor demostración de que los
premios son de consumo interno y que eso de pensar en lo que gusta al público y
cosas parecidas, les resbala.
Aquí se hacen las obras para gustarse a sí mismos. Por eso, se da la
circunstancia de qué, por dar un ejemplo actual, en Antena 3 se esté dando una
serie inglesa, que está barriendo aquí y en todas partes, y por el contrario,
el primer capítulo de lo que se anunciaba como una serie nacional historicista, Toledo, es
un bodrio de mucho cuidado, con desnudos y violaciones sin venir a cuento y con
lenguaje barriobajero como norma, donde por ejemplo, el heredero le espeta al
escudero de sus guardaespaldas un “tú mismo”, como si fuera una conversación
entre el pantojillo y su choni de turno. Después se sorprenden de que nadie les
compre el producto.
Bueno dejo esto. Pongo una foto de mi ágora ciudadana, de ahora mismo,
lloviendo, que es cosa que siempre me gusta poner.
Hasta mañana.
Pepeprado
No hay comentarios:
Publicar un comentario